Despertó con el sabor agridulce de que aquel no sería el día tantas veces imaginado. Desde hacía unos meses temía y deseaba, deseaba y temía ver la marca de la triple docena en el calendario, el día irrepetible, cien años tendrían que pasar aún para poder visualizar de nuevo la triada maldita, hoy maldita pero hasta no hace mucho una fecha cuya sonoridad le recordaba campanas.
Habia soñado muchas veces como sería el día de hoy, feliz, lleno de luz, ilusión, y sin embargo, sin saber muy bien como, bueno si, sabiéndolo, pero negándose a ver la realidad, el día de hoy se había convertido, por obra y gracia del destino en un día gris, frustrante; un día que de fiesta se tornó, allá por al canicula, en una pesadilla.
Desde el verano esperaba este día, con desilusión, con nostalgia aún cuando no había llegado; desde el verano supo que la fiesta se suspendía, que el reencuentro con el día doce sería triste, melancólico, desagradable, que aparecería en sus anales en el primer lugar de aquellos días que “pudieron ser eternos y no lo fueron”.
Cantaba Serrat “.. no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado, que lo que perdí...”; difícil definir mejor la sensación de la que “disfrutaba” en ese momento, en la cama, mirando el reloj y viendo pasar los segundos de una forma lenta, agónica, imaginando el calvario que sería ese día con la lentitud del paso del tiempo.
Y era verdad, nunca tuvo la felicidad en su mano, nunca fué suya, en ningún momento pudo sentirla así, la mentira y la traición anidaron desde el primer momento entre ambos; y sin embargo algo en su interior le decía que la había perdido,que la felicidad se había escapado entre los dedos.
¿pero qué había perdido si solo fué un arlequín en manos de Colombina que seducía a su oponente ?
¿qué había perdido si nunca encontró el calor, solo el desdén y el engaño ?
¿que podía considerar haber perdido si, como decía Bécquer “…en su corazón, nido de sierpes, no hay una fibra que al amor responda...” ?
¿que creía haber perdido si fué manejado por un corazón frio, egoista, que solo respondía al dictado del capricho y de su propia complacencia carnal ?
Realmente nada, no perdio nada porque nada fué suyo, porque vivió un sueño travestido en pesadilla, porque vivio una ilusión vestida de esperanza, un engaño del que despertó una noche con la bofetada de la cruda realidad que le decía que todo había acabado, y había acabado del peor modo posible; un modo cobarde y vil, a escondidas, sin dar la cara, de lejos, sin explicaciones; un modo que fué cociendose a fuego lento a sus espaldas, mostrando un “te quiero” que encerraba un “no soy para ti”.
A pesar de ello consiguio levantarse y seguir haciendo camino, reaccionó, supo que no podía dormirse en la autocomplacencia del dolor, determinó que no era logico sufrir por quien no lo merecía, no quería ni podía frenar su vida por aquella persona.
Recordó algo que leyó una vez y se dispuso a ponerlo en práctica, ese pequeño texto le abrio el camino, le marcó la senda, le dijo cual debía ser su actitud:
” Eh tu, si, tú, ese que se hace llamar Destino. Si lees esto que sepas que no podrás conmigo, soportaré esto y mucho más. Seguiré buscando. Da igual todas las piedras que me pongas en el camino, me da igual lo grandes que sean, el color, la forma y el porqué estén ahí, a modo de obstáculo. Ninguna de ellas logrará que deje de intentar ser feliz, que deje de luchar por todo eso que vale la pena. Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de alcanzar todo aquello que busco, no dudes que iré a por ello.
Considéralo un desafío “
Y así decidio acabar aquel sueño, si, sueño porque puede que solo fue real en su imaginación, pero aún así sabía algo, algo que se resumía en una frase
“ Tal vez no fui lo que querías ni resulté ser lo que necesitabas, pero una cosa es cierta; fui más de lo que merecías.”
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